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martes, 19 de mayo de 2020

Viaje relámpago


                                                                                             Etiqueta: Tiempito para escribir



Viaje relámpago
                          Cuento.
Estilo: Laura Restrepo

Protagonistas:
1.-Laura (viaja)    2.-Marcos (esposo) 3.-Ester (mamá de Laura) 4.-Luchi (hijo de la pareja, 4 años)
5.-Juana (amiga, filósofa, yogui, vegetariana, pensamiento oriental) 6.- Dr Selbi (médico clínico de la familia) 7.- Dr Arrauz (psiquiatra reconocido) 8.-Josefina (enfermera).


No llores, amor mío, todo está bien, fue nada más que un susto. Laurita, hijita, el Dr Selbi dice que estás clínicamente perfecta, que en cuanto el psiquiatra te dé el alta, podrán volver a la playa a continuar con las vacaciones. No llores mami, a mi también me costó volver. Todos miraron a Luchi con asombro. Desde sus cuatro años parecía un adulto más, más adulto que otros, inclusive. Luchi los miró y se preguntó ¿qué pasa? ¿es que ya no recuerdan cuando vinieron? ¡Claro! Por eso todos aquí actúan de un modo tan diferente al que habían planificado para esta etapa, ¡pobres! Eso les costará otra vuelta. Vamos, Luchi, salgamos un ratito, que a mami la tiene que revisar el Dr Arrauz. ¿Quién es el Dr Arrauz, papi? El psiquiatra, hijo. Pero papi, ese hombre no va a entender lo que le pasó a mamá. Si, hijito, es un experto. Vos no te preocupes que papi hará todo lo necesario para que mami se ponga bien. Con cara de nada, Luchi baja la mirada pensando que los adultos creen tener todo bajo control, cuando parecen estar tan perdidos navegando por el universo habiendo olvidado su función. Laurita, hijita, acá llegó el Dr Arrauz. Hola Laura, mucho gusto, ¿cómo se encuentra? me contó su esposo que estuvo desaparecida durante cinco días. ¿Se acuerda Ud de eso?  ¿Adónde fue, Laura? Silencio. Laura lo mira entre los pelos húmedos y lacios de su flequillo, con esa cara de loca desquiciada de película de terror. Cara que el Dr Arrauz debe conocer muy bien dada su larga e internacional trayectoria profesional. Laurita, hijita, contale al Dr lo que nos contaste anoche. Sr Marcos, por favor, ¿podrían desalojar la sala? Déjeme a solas con Laura. Gracias. ¡Qué ordinario! Estos médicos famosos se creen que son dioses ¡por favor! Siempre tratan a los familiares con desprecio, como si molestáramos. No te pongas así, Ester, él debe hacer su trabajo. Y seguramente, los pacientes se animan a contar muchas cosas cuando los familiares no estamos presentes. Si Marcos, tenés razón. Vamos a tomar un cafecito a la cocina. Cuénteme Laura, yo le voy a creer, no se preocupe. Todos dicen lo mismo. Pero yo sé  que no es así. Marcos no me creyó nunca y mamá menos. Creen que estoy loca. Pero yo lo viví, yo estuve ahí, yo viajé. Y ¿sabe qué? Si me llevan la próxima vez, voy a rogarles que me dejen, que no me traigan de vuelta. Yo sufro aquí, este no es mi lugar, nunca me sentí partícipe, por eso todos me creen rara, desde chiquita. Ahora no me importa, porque ya sé la verdad. ¿Quiénes la van a llevar la próxima vez, Laura? Silencio. Laura mira hacia el piso, mira los zapatos nuevos, brillantes del psiquiatra. Piensa ¡Pobre! ¡cree que sabe algo! ¿cómo le explico lo lejos que está del verdadero conocimiento? Imposible, está cegado por su ciencia. Se olvidó el camino. O tal vez no, estoy prejuzgando. Ya me dijeron ellos que ese es mi mayor problema, y lo estoy haciendo otra vez. No, él está ayudando a la gente, desde lo que ésta humanidad y éste tiempo histórico le permite. Si bien es cierto que él no abre su cabezota como un científico, no trata de descubrir qué pasa con lo que no estudió, con lo que no está en sus libros; él se cierra, se queda sólo con lo conocido. Ese es su error. ¡Qué lástima! Porque está tan cerca de la gente desde la psicología y tan lejos desde la medicina. Laura, ¿no me va a decir quiénes vinieron a buscarla? ¿Dónde estuvo, Laura? Viajé. Viajó, ¿adónde? Hice un viaje astral, podríamos decir. ¿Un viaje astral? ¿me podría explicar qué es eso, por favor? Estuve en otra realidad. En otros mundos. Conocí el lugar a donde vamos cuando nos morimos en la Tierra, o sea cuando dejamos este cuerpo material, y nos llevamos la esencia, el alma, que es lo único nuestro realmente. ¿Ud me está diciendo que estuvo cinco días viajando por otros mundos, Laura? Si. ¿Quería saber dónde estuve?, ya lo sabe Dr. Y le voy a confesar algo más, no es el primer viaje que hago. ¿Ah, no? No. Cuando tenía cinco años también viajé. Y cuando volví se lo dije a mamá y no me creyó. Y eso que le dije que había estado con la abuela –a la que yo no llegué a conocer en este plano material- y mamá no me creyó. Nunca me creyó. Pero bien que se asombraba cuando le contaba las cosas que la abuela me había dicho de ella cuando era chica. Mamá se horrorizó, se asustó. ¿y sabe qué hizo? Llamó al Dr Selbi quien me dio unas pastillitas rosaditas por varios meses. Y un día, cuando decidí no tomarlas más, les dije que no sabía de qué estaban hablando, que yo nunca había dicho que viajé en naves extraterrestres ni que conocí a mi abuela y me dejaron tranquila. Listo. Y...dígame, Laura ¿no volvió a viajar hasta ahora? Exactamente, Dr. Y ¿sabe qué? ¿Qué, Laura? Los que vinieron a buscarme son los mismos, los recordaba perfectamente, sobretodo a uno de ellos. Mientras decía esto, se le iluminaba la mirada, y una débil línea sonriente apareció en sus labios. El ojo suspicaz del psiquiatra no pasó por alto este detalle, y dijo: ¿Qué recuerda con alegría, Laura? ¿Qué la hace sonreír? Sabía que se iba a dar cuenta, pero no pude reprimir mi alegría. ¡Mi amor! ¡Te extraño tanto! ¿Cuánto más tenemos que esperar para estar juntos otra vez? Cuántas veces pensé en matarme y así abandonar este cuerpo material y subir con vos. Pero ya sé que eso no es válido, es trampa. Y el Universo no acepta la mentira, ¡ya lo sé! ¿Qué le digo a este pesado ahora? Nada Dr., sonreí porque la sensación de volar es indescriptible, me produce placer. Ajá, entonces el viaje lo hace volando. Y…dígame Laura ¿le crecen alas? ¡No sea ridículo, Dr! No voy a tolerar esas burlas de su parte. No, Laura, no es una burla. Ud debe entender que los humanos volamos en aviones. Y los extraterrestres vuelan en naves, Dr –dijo Laura con voz fingida-. Bien, Laura, ya la comprendo, pero como Ud dijo que la sensación…Y si, ¿a Ud no le gusta volar? A mi me fascina, siempre me gustó. Pero aquí más, porque la nave es transparente, y puedo ver todo desde arriba. Permiso ¿puedo entrar? Disculpe, Dr es que ya pasaron cincuenta minutos y…Si, Marcos, pase no más. Ya estábamos terminando la plática. ¿Cómo estás mi vida? Bien, Marcos, bien, ¿y vos? Un poquito asustado, amor. Bueno, yo los dejo solos. Laura, mañana pasaré a verla y para dormir sin sobresaltos, le voy a dejar aquí unas pastillitas...¿rosaditas, Dr? No, celestes, Laura.

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