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jueves, 28 de mayo de 2020

APRENDER OTROS IDIOMAS



La gente de mi edad ha transcurrido un secundario donde solía haber tres años de inglés y dos de otro idioma, como francés o italiano. A todos ellos pregunto: ¿quién pudo decir que aprendió alguno de los dos idiomas realmente? Incluso los que cursamos el Comercial y tuvimos cinco años el mismo idioma, realmente pudimos salir entendiendo un texto escrito, comprendiendo una película o hablando con fluidez? La respuesta es NO.
Por eso, muchos años después, se quitaron los otros idiomas y se dejó el inglés únicamente. Y los resultados fueron peores -porque hay que tener en cuenta la postura de los jóvenes frente a la escuela-.
He notado que inclusive con años de Institutos privados no se aprende a hablar ingles.
Concluyo que tiene que ver con la metodología, sea estatal o privada.
Hay muchísimos estudios que explican cómo los bebes y los niños aprenden su idioma natal. El que nunca olvidan. Es evidente que por ahí va la cosa.
Tengo una experiencia familiar muy cercana. Mi hijo se fue a vivir a Italia con 18 años y todo su entusiasmo ya que cumplía un sueño: jugar fútbol. No sabía una palabra en ese idioma. Lo llevó un conocido que le sirvió de intérprete en su primer mes. Yo fui a visitarlo a los tres meses y me sorprendió cómo hablaba el italiano -no sólo el de su región sino también el siciliano y el napolitano por dos compañeros de aquellas zonas, los cuales entre sí no se comprendían demasiado-.

Ahí comprendí perfectamente esas teorías que decían que uno aprende el idioma si va al lugar y si tiene la necesidad. Pero además hay que tener en cuenta el método: mi hijo me contó que estuvo dos meses sin hablar pero que ya comenzaba a entender lo que ellos decían. Pasado ese tiempo se animó a hablar y resultó que pronunciaba y armaba las frases sin ningún inconveniente.
Cuando yo llegué, la gente me comentaba lo bien que hablaba él y me preguntaba donde había estudiado el idioma.
No aprendió gramática, ni verbos ni a escribir de entrada. Eso fue después, cuando ya hablaba a la perfección. Igual que cualquier infante en su tierra natal, que comienza a escribir a los seis años.

Así que -sin ser especialista en Lenguas Extranjeras- comprendí que hay que encontrar un método que vaya por ese camino (claro, siempre que realmente queramos que nuestros niños y jóvenes aprendan otras lenguas).

Y hoy, sólo por mirar una propaganda que me llamó la atención, puedo ratificar lo que pensaba.
Un joven sueco explica cómo aprendió español en Colombia, y cómo veía que sus amigos latinos no aprendían inglés realmente. Unió su análisis del aprendizaje del español al conocimiento que él tenía del idioma inglés y diseñó un método que se me ocurre va a ser la metodología del futuro -si no lo es ya en algunos países, como Cuba, donde todos los niños hablan inglés a la perfección-.

Su método comienza por escuchar. Sólo escuchar -como hizo mi hijo durante casi tres meses, como los bebés escuchan a sus padres, hermanos, tíos...- Para eso preparó historias sencillas, de lenguaje fácil, pero con todas las formas verbales que usamos de modo cotidiano. Y se las hace repetir, por una semana solo escuchando, siempre la misma. Luego dice que hay que escucharlas y repetirlas. como quien canta una canción junto con el cantante, para aprender a pronunciar. Y casi un mes después y siempre sobre la misma historia, responder preguntas sobre ella. Insiste con avanzar despacio con el vocabulario. Fijar la misma lección, y sólo cuando se la sabe de memoria, comprende y responde. pasar a la siguiente historia interactiva.
Si bien el curso que ofrece es impagable para nosotros -al valor del dolar en Argentina de 2020- voy a dejar su nombre aquí porque tal vez esta metodología sea la que deban aprender los futuros profesores de Lengua en sus Institutos de Profesorado, y su autor pase a la Historia.
El joven se llama Kale Anders.
Aquí algunas fotos de su presentación:

PD: Doce años después de haber dejado de vivir en Italia, mi hijo sigue hablando, leyendo y escribiendo en italiano cada vez que algún amigo se contacta con él, sin haber olvidado ni una palabra.