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jueves, 21 de mayo de 2020

Adelanto de mi nuevo libro


"Bienaventurados los que están en el fondo del pozo... porque de ahí en adelante sólo cabe ir mejorando". JMSerrat. Bienaventurados. Canción.




INSTITUTOS DE FORMACIÓN PARA DOCENTES AGGIORNADOS AL NUEVO SIGLO
Yo propongo comenzar por los Institutos de Formación Docente.
Muchas reformas han tenido ya, es cierto. Pero no han mejorado el producto, siguen anquilosados en un formato del siglo XIX. Además de haberle sumado años (sólo para emparejar los sueldos) no han sumado calidad ni modos diferentes de encarar el trabajo docente. Sus propios docentes pueden seguir en las cátedras hasta elevada edad, demasiada a mi gusto. Si bien es cierto que la experiencia suma, hay un límite para todo. Hay profesores que no han modificado su cátedra en lo más mínimo desde sus comienzos...¿Cómo es eso posible? ¿Por qué ninguna autoridad escucha sus clases? ¿Por qué está tan mal visto que un regente de estudios -acompañado por colegas de la asignatura- puedan analizar su tarea? Hemos perdido el concepto de inspección -lo tomamos como una traición, como inmiscuirse, como pura crítica-. No cabe duda que es un gran problema  observar la clase de un colega, pero habrá que buscar un modo eficaz (que no es dar un concurso frente a otros colegas, solo un día, para ingresar...).
El punto es que hoy, después de tantos años de cátedras desordenadas, los estudiantes terciarios no tienen demasiados  conocimientos  para enseñar -recuerden que siempre me refiero a mi propia experiencia en el área que me corresponde (Ciencias Naturales, Química, Física)-. Las pocas horas de cada asignatura específica, la falta de infraestructura y presupuesto para tener laboratorios con materiales adecuados y ayudantes  capacitados, han sacado al ruedo docentes que no se animan (¡y menos mal!) a prender un mechero Bunsen para hacer un experimento. O sea, veintenas de años de enseñanza de las ciencias sin experimentos....sólo teoría en un pizarrón. Eso no es ciencia escolar. Así es poco probable que los niños y jóvenes se inclinen por esta rama del saber.
Cada instituto terciario del país tiene una currícula diferente. Y si bien creo que debe haber un conocimiento focalizado en lo regional, también debe haber una matriz estructural general que le permita al alumnado trasladarse de una provincia a otra y continuar la carrera sin dificultades.  Creo que debe volver a existir de modo fehaciente -y no sólo con un nombre- el Ministerio de Educación de la Nación para organizar y garantizar esta coherencia interna.  
Volviendo al concepto de ciencia escolar que nombré más arriba, creo que ya está muy claro que no enseñamos la ciencia de los científicos, sino una manera de aproximarnos a ella a través de modelos didácticos y experiencias sencillas que intentan despertar un gusto por estos saberes. Por eso, el alumno/alumna del terciario no necesita estudiar una ciencia erudita; con los conocimientos básicos BIEN PUESTOS, es suficiente. El problema es ¿quién está en condiciones de enseñarle esos contenidos específicos? Deben ser sus profesores universitarios?; deben ser científicos investigadores?; deberán adquirir primero esos conocimientos en la universidad y luego concurrir al profesorado para aprender a enseñarlos?; correspondería que la universidad tenga cátedras sólo para alumnos de terciarios futuros profesores? En cada una de estas preguntas hay una manera diferente de concebir las cosas. La respuesta a estas preguntas la deberían dar los actores de un gran debate nacional, amplio y muy heterogéneo.

Yo personalmente me inclino por la última opción porque creo que demasiadas veces se han gastado recursos públicos en la construcción de espacios físicos destinados a laboratorios que terminaron en bedelías, preceptorías, secretarías, ya que nadie las usaba por falta de materiales de laboratorio o de ayudantes o de tiempo -materias de dos horas semanales- o de otros factores como la inseguridad propia de los docentes -gestada en los institutos donde se recibieron-. Las facultades con carreras científicas tienen las asignaturas, el material y la experiencia para formar una cátedra específica para aquellos estudiantes de profesorado en ciencias. Es posible que con uno o dos años de materias básicas elegidas oportunamente, sea suficiente para darle a los futuros docentes las herramientas necesarias para poder enseñar. Habrá que replantear el alcance y los objetivos, pero no hay que erogar un dinero público que está destinado a perderse. Luego, con los conocimientos adquiridos, los futuros docentes podrán cursar en su profesorado el resto de la carrera docente en cuestión -tal vez otros dos años de carrera, lo que haría un total de 4 como está previsto actualmente-.
Esta modificación apunta a mejorar el contenido, los conceptos, de las materias básicas a enseñar. Pero enseñar no es sólo transferir lo aprendido. Es imprescindible la transposición didáctica[1] y eso es algo que SÓLO se puede aprender en un instituto dedicado a formar docentes, con materias específicas sobre la enseñanza (además de asignaturas propias del campo escolar que ya existen). Imagino aquí un tiempo dedicado a preparar clases, a preparar materiales didácticos, ver películas y videos y poder editarlos  para aprovechar en una clase, aprender a usar programas de computación, simuladores, videojuegos didácticos y sobretodo, aprender a usar el AULA VIRTUAL como fue diseñada y como se usa en otros países donde los docentes recibieron sus máquinas y aprendieron a usarlas en los cursos de capacitación obligatorios y las escuelas tienen una intranet como red escolar (y no el acceso a internet con facebook y otras páginas no escolares). Como verán, hay más cuestiones para el debate.
También ser docente implica preparar actos escolares. Los actos son un incordio desde hace más de una treintena de años (tal vez antes, pero no lo sabía). En muchas escuelas secundarias se guardan carpetas con viejos discursos para salir del paso. La mayoría no quiere hacerse cargo -por eso toca por sorteo-; pocos colaboran; muchos se borran... Por supuesto que en muchas escuelas se hacen unos actos comprometidos con la realidad y con la Historia.  Ni nadie ni todos. De todo he visto (en CABA y Gran BsAs).
Sería fantástico comprender la importancia de los mismos. Tener conocimientos fundamentales de cada uno, comprender que -como docentes- estamos formando en valores de conjunto, de sociedad. Por eso creo que -en estos institutos que mi imaginación deja crecer- debería haber una asignatura dedicada al tema, que se curse ligada con otras carreras para que, en la diversidad de posturas ideológicas, surjan actos comprometidos.
Dicho sea de paso, pienso también que en las escuelas primarias y secundarias habrá que volver a tener profesores de música y plástica que formen parte de una comisión de actos permanente si queremos lograr ciudadanos que comprendan nuestros hechos históricos. Y también sostengo que hay que incluir teatro como una asignatura permanente. Esto no quiere decir que hay que obligar a todos los alumnos a cursarla, igual que música y plástica. Dejarlos elegir libremente, y cambiar la opción por año, es importante.
Para mejorar el sistema educativo hay que tener docentes idóneos y responsables con su labor. Ergo, hay que formarlos primero.



[1] Ver Bibliografía.

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