química y más
Intento un espacio que me permita compartir con colegas y estudiantes de Magisterios y Profesorados, materiales conceptuales, propios de la tarea áulica, así como otros aspectos del vínculo pedagógico, que también hacen a la enseñanza. Espero aportar algún conocimiento de esta maravillosa ciencia química y también alguno didáctico, de experiencia propia y ajena. Pero lo que más quisiera dejar plasmado aquí es la comprensión de la responsabilidad del modelo que ofrecemos a las almas jóvenes.
Buscar este blog
lunes, 20 de febrero de 2023
sábado, 18 de febrero de 2023
jueves, 8 de diciembre de 2022
LOS ACTOS DE FIN DE AÑO.
HABLEMOS DEL JARDÍN DE INFANTES.
2022. Sala de 4 del turno tarde. Citados a las 16:30 hs en el mes de Diciembre, con pedido expreso de ser puntuales papis. Por cada niño o niña dos padres, cuatro abuelos y/o algunos tíos. Al llegar ya había una larga fila en la calle llena de niños corriendo por la vereda con sus hermosos disfraces puestos y familia presente, charlando y abanicándose el calor infernal.
A las 17 comenzó a salir el turno mañana del salón de actos. A las 17:30 entramos. Primera falta de respeto por parte de la institución.
Pregunta 1: ¿Por qué organizar el acto de ambos turnos con más de doscientos niños y mil seiscientos familiares el mismo día?
Respuesta 1: porque el Jardín no tiene un espacio tan grande y debe alquilarlo, lo cual implica que si quiere dividirlo en dos fechas, pagará dos veces. Cuestiones monetarias (de todas formas, todos los invitados pagamos el valor de una entrada con lo que -supongo- cubren el costo del alquiler). De todos modos, pensar que podrían atrasarse -separando por una hora los horarios de salida y entrada- mostraría un poco de humanidad. La planificación puede fallar.
Al llegar al salón el calor humano del grupo saliente, nos envolvió. De tener aire acondicionado -no pudimos percibirlo- éste no alcanzaba para tanta gente. La cantidad de sillas era la mitad de los invitados entrantes -y eso que la escuela sabía la cantidad de entradas vendidas a los familiares de cada pequeña/o-.
La zona de las primeras sesenta sillas estaba reservada para los padres de los niños que actuaban en cada presentación. O sea, por salita. Esto significaba que ese grupo de padres debía desalojar ese sector cuando sus hijos terminaran su participación. Padres que se iban, padres que entraban pugnando por la primera fila. Es obvio que en el resto del público también se generaba el mismo oleaje, los abuelos y tíos se retiraban cuando su artista favorito dejaba el escenario. Y así todos se acercaban a felicitar al niño y a sacarse fotos inolvidables, mientras el segundo grupo de pequeños -de otra salita- ya estaba actuando. Voces, aplausos y abrazos por todos lados en simultáneo con chillidos de padres pidiendo silencio para poder escuchar a sus propios vástagos. Segunda falta de respeto por parte de la Institución.
Pregunta 2: Si sólo se dispone de un único espacio-tiempo, ¿por qué mover a la gente de modo permanente? ¿Para que puedan estar más cerca?
Respuesta 2: Con contar cuántos padres hay por sala -con entradas vendidas anticipadamente- , y dejar esas silla fijas evitaban el desorden y sobretodo la falta de respeto de los mayores frente a otros niños que no sean sus hijos. Y siempre estarán más cerca los que se preocupen por llegar temprano.
En ese desorden pudimos ver a nuestro nieto subir al escenario, con su traje un poco ajado de tanto correr en la espera previa. El volumen de la música estaba bien alto para tapar todas las voces del público. Tanto, que se perdía la nitidez y no se entendían las palabras de los niños en algo que las señoritas habían grabado con anticipación. Una pena. Tampoco se escuchaban las palabras de la Directora en el micrófono, aunque logré entender que pedía disculpas por el atraso. Y también pedía a las familias que no se retiren cuando sus hijos terminen de actuar, por respeto a los que todavía no lo habían hecho. Tercer error de la Institución.
Pregunta 3: Si prepararon todo para que los padres se levanten de su sitio a buscar a su hijo cuando ya actuó y para dejar libre el lugar a los que siguen ¿cómo pueden pretender que todos esos grupos familiares se queden parados y mudos mirando a otros niños que ni conocen?
Respuesta 3: no tengo respuesta a semejante desbarajuste.
La actuación de todas las salas, sin importar la edad, tenía un mismo diseño. Los niños entraban con una canción y un baile conocido y practicado -no sé decir si con muchos o pocos ensayos-. Tenían una coreografía que las Seños iban marcando debajo del escenario y que algunos niños recordaban más que otros. Al terminar, comenzaba otra canción en inglés con el mismo esquema de trabajo. Si el acto de fin de curso tiene como objetivo mostrar los aprendizajes del año, poco es lo que se puede observar en este planteo. Otro error de la Institución escolar.
Pregunta 4: ¿los actos se hacen para que la familia vea a sus peque disfrazados con hermosos trajes -a los que se llega después de largas discusiones en los grupos de whatsapp- o se hacen para mostrar aprendizajes logrados? ¿La educación ha perdido los objetivos?
Respuesta 4: yo creo -y no soy la única- que el acto de invitar a los padres a ver el trabajo que sus hijos han logrado durante el año debe ser algo más sencillo y más íntimo. Cada sala, en el mes de noviembre puede poner sobre un escenario de su mismo jardín -el patio, si no tiene escenario- la muestra preparada, con la presencia de padres y familiares organizada con tiempo para saber cuántos son. En el mismo tiempo que se invirtió en ese aparatoso encuentro en un salón externo, los niños no sólo desarrollarán lo practicado con sus disfraces y sus bailes, sino que se pueden explayar cómodamente contando sus experiencias al mostrar sus dibujos, pinturas colages u otro tipo de trabajo áulico. Cada uno mostrando su carpeta. Con espacio y tiempo. Con calma. Con respeto. Y hasta con una merienda compartida.
domingo, 31 de julio de 2022
¿POR QUÉ ES TAN DIFICIL?
1-HOY
Doce de la noche.
En la soledad de su isla de edición del canal de TV más importante del país, el Jefe de edición, llora. Mira esa imagen una y otra vez. La adelanta, la atrasa, la detiene, la agranda. Se mira. Y por su cabeza corre la cinta de su historia. La infancia, la adolescencia. Sus siete hermanos, sus padres. La miseria. La absoluta miseria de la mano de la desidia, que los acompañó siempre y que sigue acompañando al resto de la familia, excepto a la pequeña Lu. Ella es como él. Lo adora y él lo sabe. Lo imita y eso es bueno. Ella va a llegar. Ella tiene eso que hace falta. ¿Tendrá también Lucía la culpa con la que él cargó siempre? ¿Pasará también Lucía por este dolor de no poder contar su historia al ser más amado?
2-INUNDACIONES
La sirena que suena y suena hasta hacer reventar las
tripas por la rabia, por la angustia y la injusticia. Los periodistas sobres
botes de Prefectura mostrando las imágenes de la desolación. Llenándolas de
palabras trágicas para hacer más doloroso el espectáculo, total el problema no es
de ellos… Un hombre empuja una vieja puerta de heladera Siam que flota con
cuatro niños arriba. Una mujer de edad indescifrable camina a su lado con un
bebé en brazos. Los chicos ríen y empujan con remos de huesitos con poca carne.
¡Qué maravilla la niñez! Qué poca consciencia de lo que la sociedad, luego, marcará a fuego. Ellos se divierten. El hombre habla a las cámaras. Pide colchones, abrigos, ropa, leche. Pide. La mujer llora. La pequeña en sus brazos también. Hace frío. Sigue lloviendo.
3-LA ESCUELA
A Ramiro le gustaba la escuela. Y no porque le daban
el desayuno y el almuerzo (y algo para llevarse a casa cuando sobraba). No. A
él le gustaba aprender. No como a sus hermanos mayores. Ellos peleaban todo el
día. Lástima que las maestras se enojaran tanto porque los chicos no llevaban
los cuadernos y lápices que ellas mismas les habían regalado. Se enojaban tanto
que al final, no enseñaban nada…
Y ni hablar de hacer las tareas. Ramiro lo intentaba,
pero su padre le decía “mariquita, andá a jugar a la pelota”. Y él iba. Claro
que le gustaba jugar al fútbol en la canchita de la villa. Se armaban torneos.
A veces con los del otro lado del arroyo. Eso sí, siempre terminaban a las
trompadas. Suerte que Ramiro era rápido. Nunca cobró, en cambio sus hermanos
peleaban hasta volver ensangrentados.
Tampoco pudo terminar el octavo año. Había cumplido los trece y su padre le dijo que tenía que traer plata a la casa como sus hermanos mayores. Y así fue que lo único que tenía para leer eran los carteles publicitarios que veía desde la ventanilla del tren, todos los días, hasta llegar a la estación terminal. Se los sabía de memoria. Esperaba con ansiedad que los cambien, aunque cada vez tenían más fotos y menos palabras. Él ya no los podía entender, eran de otro mundo… ¿Por qué todos tenían imágenes de gente sonriente, bien vestida, en autos imponentes y comiendo cosas ricas? ¿Cómo se llega a ese mundo? Se preguntaba.
4-LA CALLE
Cuando pisó los veinticinco oía decir a sus compañeros
de trabajo “la calle es dura, pero es buena”. ¡Qué fácil hablar cuando no te
suenan las tripas por los días de ayuno! ¡Qué fácil opinar cuando dormís
bañadito en una cama mullida y calentita! Todos opinan creyéndose los dueños de
la verdad, pensaba para sí. ¿Cómo pueden hablar con tanta certeza si jamás
estuvieron allí? Pero él no los contradecía, intentaba no participar en esos
debates. Tampoco se enojaba, sólo los dejaba con sus ideas. No quería que
supieran lo que él sabía, por lo que él había pasado. Ya había comprendido que
no era bueno mostrar su historia. La gente se aleja, tal vez por miedo a que
siga siendo el raterito arrebatador que alguna vez fue. ¿Tendrán pánico de
pensar que acaso haya usado una navaja o un arma de fuego? ¿Creerán que se nace
asesino o ladrón y que eso no cambia jamás? Esas eran sus preguntas. No tenía
respuestas. Pero había sentido –años atrás- la discriminación, la quita de
oportunidades por haber dicho que alguna vez durmió en los trenes de estación.
Así que ahora era un hombre sin pasado.
5-TRAPITO
Trece años. Oficio: trapito. ¡Cuántos nuevos oficios
trajo la miseria del neoliberalismo! Calles pobladas de jóvenes con ninguna
posibilidad de una vida digna. Juntando monedas por cuidar a los autos que se
estacionan frente a cines, teatros, restaurantes, shoppings.
Todavía niños o muy jóvenes, miran –con ansias o con
desdén- cómo personas elegantes bajan de sus autos para disfrutar de una noche
diferente, algo que ellos quizá nunca puedan conocer.
“Persevera y triunfarás” le había dicho a Ramiro una
maestra del séptimo año. Una maestra diferente, que pudo ver a través de su
ropa sucia y rota, un corazón palpitante de ganas de cambiar las cosas. Ella le
hablaba en los recreos, en las horas libres. Lo aconsejaba, le daba ánimos. Le
prestaba libros interesantes. La única, la Srta Noe.
Él estaba dispuesto a perseverar. Tenía ambiciones de
progreso. Quería “pertenecer”, como
decían los carteles publicitarios que leía día tras día desde el tren. Era
observador, analista, inteligente. Simpático y ocurrente.
Y así, de tanto cumplir con su faena de “trapito” bajo
la lluvia o el sol, todos los días, lavando autos o haciendo algún mandado al
kiosco, se ganó el cariño de algunos comerciantes del lugar.
Y un día, fue bachero.
6-CREAR EL FUTURO
De lavar cacerolas, platos y cubiertos, pasó a mozo.
Un sueldo fijo ya era bastante alegría para él, pero ahora su salario
aumentaría y además tendría propinas. José le enseñó a usar la bandeja, a
memorizar el pedido, a ser más educado y gentil. Ramiro tenía voracidad por aprender.
Al principio llevaba los pedidos de la calle, de los
otros comerciantes: a las siete de la mañana café fuerte con una medialuna para
Miguel, el diariero; café con leche y dos medialunas para Franco, el ferretero
a las ocho y cuarto; ocho y media salía con cortadito y un alfajor de maicena
para Zulma la del mercadito; y así.
Una mañana, un cliente nuevo encargó tres cafés para
el canal. José le tuvo que explicar que era eso que estaba a dos cuadras, lleno
de antenas satelitales.
Y ahí lo vio. Nunca lo había notado. Con sus grandes
carteles anunciando sus programas. Con custodias vestidos de uniforme en la
mesa de entrada. Con ese ventanal que se ve desde la pantalla al mirar el
noticiero. Y la gente: linda, arreglada, con ropa impecable y autos flamantes.
“Yo quiero trabajar aquí” se dijo. Tenía quince años y ningún estudio completo.
Pero ese fue el día en que ocurrió su milagro. Ese fue el momento donde
realmente eligió. FIjó su meta y se organizó para alcanzarla. ¿Qué fue lo que
lo diferenció de todo su entorno? Querer. Querer hace la diferencia. Pero no es
un “quiero”, no. Es un “¡QUIERO!!!”.
Así fue trazando objetivos: en la nocturna de a tres cuadras, terminaría
la primaria y luego la secundaria, y luego…luego veremos.
7-LA UNIVERSIDAD
Eligió la pública, por supuesto. No podía pagar una
facultad privada. Juan lo dejaba vivir en el altillo, entre cajas de
mercaderías le ubicó un catre. Don Walter, el encargado, se había jubilado y
Juan lo subió a ese puesto. Era más de lo que él esperaba. Solucionó su
problema de tiempo gastado en viajar, podía estudiar al volver de las clases.
Además, los tres años estudiando y volviendo a su casa fueron un infierno. Su
padre alcohólico ya estaba tornándose violento con sólo verlo. Sus tres
hermanos mayores, siempre en la esquina tomando y jugando. Dos de sus tres
hermanas menores no ayudaban en lo más mínimo a su madre. La única que ayudaba
era Lucía, la más chica. Y también la única que estudiaba.
Aprobó cada materia en tiempo y forma demostrando una
capacidad extraordinaria que no pasaba desapercibida por los profesores. Pero
él no se consideraba “un genio” como decía una compañera. Él sabía que todo
deviene de una perseverancia sobrenatural –como le había enseñado la seño Noe-.
Una voluntad que cada día se le tornaba más férrea en lugar de doblegarse.
Si tiene que comparar, sabe que le costó mucho más la
escuela nocturna que la facultad. Tenía un bagaje de conocimientos tan
rudimentario, menos que elemental, que no podía comprender ni el lenguaje de
sus profesores. Organizarse con tantas asignaturas fue el primer obstáculo.
Nadie le explicaba cómo preparar sus carpetas, qué tareas hacer primero. Recuerda
cómo trabajaba noches casi enteras en hacer tareas que eran de la semana próxima
y no completaba las del día siguiente. Siempre lo retaban o le ponían malas
notas, hasta que un preceptor lo encontró llorando en el baño. Estaba tan
ofuscado, no podía entender qué pasaba, por qué había compañeras que siempre
cumplían con todo y él nunca llegaba. El buen Nacho lo sentó en su mesa y le
mostró –con horario en mano- cómo organizarse. Por algo lo eligió para que le
entregue la medalla al recibirse, y con honores.
Lograr ayuda con las materias difíciles, era su
segundo obstáculo. No podía pagar clases particulares ni conocía a alguien que
pueda explicarle esas ecuaciones matemáticas o los análisis sintácticos de
Lengua.
Comprender que le faltaba vocabulario y que debía leer
mucho, fue la clave para continuar. Y leyó, en la biblioteca pública que
encontró a la vuelta de la escuela. No se hizo socio, pero en cada ratito libre
iba a la sala a terminar algún cuento corto, alguna novela, alguna biografía.
“Los libros te hacen crecer” había visto una vez en
una publicidad que tenía un dibujo de una jirafa parada sobre un montón de
libros. En aquel momento no comprendió...
-“Licenciado en relaciones públicas” ¡Ja! ¿Qué tal? ¿Y
para qué te sirve esto? –le había preguntado su hermano mayor.
8-LA CULPA
-¿Dónde estás los domingos que nunca podés reunirte
con nosotros? –solían decirle sus compañeros de trabajo. Él respondía
vaguedades.
Estaba con su familia o lo que quedaba de ella. El
mayor estaba preso y el segundo, fugado. El tercero en la esquina, perdido por
la droga. La hermana que lo seguía en edad se había ido a vivir con su novio.
Su madre había muerto, así que la casa contenía a su padre alcoholizado y
violento y las dos hermanas menores. Lucía había terminado el secundario pero
no quería salir de la casa por no dejar sola a Kris que vivía en depresión.
Dormía los sábados con ellos, inundándose cada vez que
llovía. Soportando el calor, el frío, los olores del arroyo que ahora le
resultaban tan repugnantes, tan penetrantes.
Él alquilaba un monoambiente pequeño cerca del canal.
No podía llevarlas, pero no quería dejarlas. Cada domingo acarreaba frutas,
carnes y compras de almacén justo para una semana porque si les entregaba el
dinero, se transformaba en vapores etílicos, entre otras cosas.
En la semana trabajaba mucho y seguía estudiando.
Ahora que conocía el canal por dentro descubrió cuánto le gustaba el manejo de
la imagen, la edición, las cámaras. A eso enfilaba, ahora en una universidad
privada.
Había pensado en dejar la facu y poder gastar ese
dinero en un alquiler de un departamento o casa para él y sus dos hermanas. Y
pagarle un tratamiento a Kris y los estudios a Lu. Pero prefería esperar un
poco más y mejorar su situación económica con un puesto diferente.
Tenía una amiga, o masqueamiga,
Ana, de la que él estaba enamorado, pero no quería dejarla entrar en su mundo.
Ella ya estaba oliendo a raro este vínculo. Se enojaba con él porque no la
dejaba acompañarlo a ver su familia los domingos. Empezaba a imaginar que él
era casado.
Una madrugada sonó su celular. Sobresaltado lo
atendió. Era Lu que le comunicaba que estaban en el hospital. Kris se había
cortado las venas.
Él se levantó corriendo, se vistió casi sin respirar y
dejó a Ana sentada en su cama y sin ninguna explicación.
9-UNA PÉRDIDA MÁS
Sin pensarlo dos veces, tomó a su hermana del brazo y
salieron del cementerio casi como corriendo. No saludó a su padre ni a su
hermano que se quedaron parados bajo la lluvia como sin comprender realmente lo
grave de lo sucedido.
Llegó a su pequeño departamento con Lucía muda y
asustada. No había accedido a pasar por la villa a buscar nada de ella. Te voy
a comprar todo lo que necesites, le dijo, pero ahí no volvemos más.
Notó que Ana no respondió nunca más sus llamados y en
el trabajo casi no la cruzaba, ella había pedido cambio de sección.
Prefirió callar a contar su verdad, su dolor, su
historia, su vida.
martes, 21 de junio de 2022
Mesopotamia argentina
Este es un mapa con el circuito que estamos organizando con mi esposo, para septiembre. Todo en auto.
Amo armar los viajes. Ver qué voy a reservar. Amamos los hostels desde que los conocimos por error, llenos de gente joven, de muchas culturas diferentes, sencillos y divertidos, llenos de alegría, de proyectos y algunos con su música a cuestas.
Y al planear un viaje por nuestro país, me aparecen recuerdos de infancia: de maestras enseñando las regiones geográficas argentinas; de nosotras, alumnas, preparando mapas en telgopor con plastilina, indicando montañas, sierras, ríos, flora y fauna (con animalitos de chocolatines Jack). Disfrutaba de reunirme con mis compas para hacer esos trabajos prácticos. Y no se me olvidaron muchos de esos contenidos porque al llegar a dichas regiones veía aquello que lo libros decían.
Cuando fui docente en el Magisterio del Normal de Quilmes, el tema se llamaba Biomas de la Argentina y mis alumnas debían prepararlos en equipos pero con la adición de investigar sobre su música, sus comidas típicas, sus trajes regionales, sus pueblos originarios y su lengua, su economía (cultivos,cría de animales, minería, industrias, turismo). Y un punto muy importante era sumarle creatividad a la presentación. Muchas veces me preguntaban si podían pedir ayuda a familiares y amigos. Así que he comido platos típicos de recetas de la abuela, he visto bailar coreografías de grupos folclóricos de la zona, o escuchado canciones en vivo con guitarra o acordeón. Han llevado colección de minerales del suelo de la región; variedades de choclos u otros granos; folletos de actividades turísticas. Se han presentado vestidos con ropas típicas.
Creo que ese es el modo -y no sólo en primaria. también lo hice en el terrible polimodal de los 90-. Aprender con contenidos significativos, reales, vinculantes. Hoy podemos sumar tecnologías impensadas hace más de diez años. Videos, mapas interactivos, fotos y mucho más. Y ni hablar si a esta presentación le diéramos el carácter de trimestral y fuera preparada por docentes de diferentes asignaturas...
Porque les puedo garantizar que cuando una se sube al Monumento a la Bandera, o mira la estepa patagónica o el cerro de los 7 colores, o navega el canal de Beagle o se moja en las Cataratas, llegan esos recuerdos como los vimos en los libros, y realmente emocionan.
sábado, 18 de junio de 2022
PIGMENTOS, SALUD Y OBRAS DE ARTE
Otro ejemplo, y aquí la boticaria aclara que ya no se enseñan materias por separado, sino la relación de los contenidos. El arte siempre presente y desde ahí la Historia, la ciencia y la salud. A animarse colegas! Que sacudiendo el polvo aparece el brillo.
TRABAJAR POR PROYECTOS
Presentar los contenidos de modo conjunto a partir de un disparador, como este video por ejemplo. Reunir profes de Arte, Historia, Literatura, Geografía, Ciencias.... y entre todos elaborar un producto final -puede ser semejante a este o distinto-. No importa. Lo que importa es aprender a trabajar diferente, en conjunto, con menos estructuras obsoletas y más movilidad física y mental. A disfrutar el aula. A divertirnos con los jóvenes. A enseñarles valores, que lo específico se adquiere igual.
lunes, 13 de junio de 2022
¿TE LO CREISTE? PERDISTE.
¿Cuándo dejamos de ser jóvenes? ¿Al cumplir una cierta edad?
¿Cuál? Hay profesores universitarios que a sus setenta años dan clases
magistrales mientras jóvenes de cuarenta y nueve no ven la hora de jubilarse por
no entenderse con sus alumnos o no querer actualizar sus conocimientos. Veo
videos de hombres y mujeres con más de setenta años nadando en mares helados,
bailando foxtrot o rocanrol. Conozco gente de casi noventa en inmejorables
circunstancias intelectuales y físicas. Tengo un tío de noventa y seis que
sigue siendo el presidente de la Caixa ya que lo hace con todo gusto, amor y
pasión en perfectas condiciones de salud.
Concluyo pues, que no es la edad cumplida lo que hace que dejemos de ser
jóvenes.
¿Qué es entonces? ¿La mente? Una mente programada desde
pequeños para pensar que al ser grandes nos vamos a enfermar, que vamos a
perder la memoria, que de grandes ya no podremos aprender nada nuevo, que ya no
podremos entender bien las cosas que ocurren en derredor….Por eso a nuestros
antepasados los sentaban al sol y ya. Esa era su vida después de “la etapa
activa de trabajo”. Algo que todavía
ocurre en muchísimas pequeñas ciudades de todos los países del mundo –porque en
las grandes ciudades los sientan en un geriátrico-. Pareciera que el único
objetivo de los humanos es producir bienes o servicios y los que ya no pueden,
pues a esperar la muerte.
Y como autómatas vamos repitiendo lo que nos dijeron hasta
que nos lo creemos. Por eso luego nos ocurre. Reafirmando así el concepto para
que a nuestra descendencia no le quepa duda. Lo bueno es que siempre hay
personas dispuestas a patear los límites preestablecidos –vaya una a saber por quién- y se animan a
seguir entrenando, bailando o estudiando. Excepciones dirán algunos. Con los
primeros puede aceptarse la idea, pero hoy son muchos los que logran una vida
plena. No hay casualidades ni suerte, hay causalidades.
Pero como la ciencia investiga y años después se desdice, ahora
sabemos que las neuronas no se van muriendo como se decía hace una veintena de
años atrás. Las dendritas se regeneran y rehacen su sinapsis cuando hay un
estímulo. El aprendizaje de nuevos conocimientos amplía el cuerpo neuronal y
mejora la transferencia de información.
Investigaciones con mediciones energéticas en diferentes
zonas del cerebro muestran cómo ciertos pensamientos de energía de frecuencia
elevada mejoran el sistema neuronal, así como los de baja frecuencia lo
“apagan”.
Algo que los pueblos orientales originarios supieron
siempre: los pensamientos con fuertes emociones asociadas tienen el potencial
de crear la realidad. Luego, PODEMOS DECIDIR ser sanos y fuertes –más allá de los
años y las arrugas- sólo por educar a la mente con pensamientos positivos,
energía vibratoria de alta frecuencia que se logra (entre otros métodos) en la
meditación y se transfiere a nuestro ser cuando realmente nos consideramos
creadores de nuestra realidad.
¿Es fácil? No, pero es posible.
Puedes ver también:
https://emalbacete.es/cambia-el-funcionamiento-cerebral-con-afirmaciones-positivas/
https://www.humanopuente.com.ar/espanol/home
Película: “Y tú qué sabes?”
https://www.youtube.com/watch?v=W5KdOsc8hRo