Por la década de los 80 se repetía mucho en los institutos
de profesorados y en las aulas de las escuelas que había que enseñar en valores.
Pero, como siempre, de la teoría a la práctica, hay un
abismo y yo me preguntaba “¿Pero cómo se hace?”. Porque si de algo carecían las
aulas de los institutos, era de hablar
de valores, de principios, de la vida. En esas épocas ENSEÑAR era sólo volcar
los conocimientos propios de la asignatura. Sin errores de concepto. Y ahí
estaba planteada la grieta entre los buenos y los malos profesores. En su
sapiencia específica.
Hoy, mes de Mayo del año 2022, ocurren las mismas
situaciones áulicas de siempre, y seguimos sin hacer nada. Ejemplo: desaparece
una caja de cartas del juego FORTNITE pertenecientes a un niño de 5to grado de
una escuela privada. ¿Qué hace la maestra? Llama a la Directora. ¿Qué hace la
Sra Directora? Les dice que traer cartas u otros objetos no concernientes al
sistema escolar, es tentar al ladrón.
¿Podemos aceptar eso como respuesta todavía hoy?
¿Cuántas cuestiones de valor se están jugando en esta situación? Situación que
existió siempre, con objetos sí concernientes al sistema escolar como lápices,
lapiceras, gomas, libros, buzos, camperas…..Todos lo sabemos, lo hemos vivido.
Y la escuela siempre resolvió del mismo modo.
¿Qué asuntos se ponen en juego en este escenario?
Primero, dar por hecho que hay niños que nacen
ladrones. O peor, se hacen. “Seguro que fue alguno de los niños pobres”, rápida
conclusión debido a la aporofobia tan instituida sistemáticamente en la
sociedad.
Segundo, la comodidad. Es más cómodo decirle a los
niños que no traigan nada que tiente a los ladrones, a ponerse a conversar,
hacer comprender la importancia de los sentimientos involucrados en el hecho.
Ponerse en el lugar del que perdió su colección de figuritas. Enseñar empatía.
Eso lleva tiempo y no sea cosa que toque el timbre de salida y se haga tarde.
Esto me hace recordar mis tiempos de infancia, cuando
las Srtas Maestras sí amenazaban con “o aparece o nos quedamos todos después del turno”. Y todos debíamos revisar
nuestros portafolios –o mostrárselo a la maestra- hasta que finalmente
aparecía. Llantos, vergüenza o disculpas y nos íbamos. Década del 60. Las maestras
no salían corriendo hacia otra escuela para que el sueldo justifique el
esfuerzo y los padres no estaban estacionados en doble o triple fila, apurados
para volver al trabajo o ir al gim.
Es comprensible que no puedan quedarse –por estas
razones y muchas más-. Los tiempos son otros, sobre todo en las grandes urbes.
Pero, el Ministerio de Educación de la Nación podría elaborar unas pautas de
trabajo a tener en cuenta en estas situaciones, o mejor aún, incorporar
contenidos de inteligencia emocional y enseñanza en valores. La neurociencia es
un nuevo camino, importante por no decir fundamental y no es posible que
todavía sea un campo desconocido por la mayoría de los docentes.
Cursos, talleres y asignaturas específicas en los
currículos de los profesorados son herramientas indispensables para la
educación en el sXXI.
No hay comentarios:
Publicar un comentario