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martes, 29 de marzo de 2022

La unificación de las teorías

 Los físicos teóricos buscan una teoría unificada de todas las fuerzas conocidas. Creyeron que la teoría de cuerdas podía dar la respuesta, pero hace cuarenta años o más que todavía lo están considerando.

Y hace algunos años ya, que crece la tendencia en muchos sectores de las diferentes sociedades del mundo, a unificar los conceptos de las religiones con la metafísica de principios del sXX, con conocimientos ancestrales de pueblos originarios y con la física cuántica –donde la química también aporta lo suyo-.

¿Que se pone difícil la cosa? Sí, no cabe duda que hay mucho por aprender y mucho por comprender.

Y yo también necesito hacer mi andamiaje (como dirían Bruner y Vigotsky), de todo lo leído y construido en mi vida. Por eso, voy a organizar mi pensamiento y mis creencias y a volcarlas en este espacio, para abrir un diálogo ya sea de coincidencias o desacuerdos.

Como lo mío ha sido la ciencia, la teoría del bigbang (la gran explosión) me permitió comprender la formación de las partículas subatómicas, luego los átomos, las moléculas, las macromoléculas, la primera célula procariota, las células eucariotas y el comienzo de todos los organismos vivos y su evolución según Darwin. Esto me “cerraba” mejor que una persona llamada Dios que nos creó, nos mira y nos premia o castiga.

Entonces, según esta teoría, toda la masa y energía del Universo estaban concentradas en un punto. Minúsculo, sin volumen de tan pequeño. Y ese punto explotó, y de esa explosión salieron los quarks –las partículas más pequeñas que la ciencia conoce- y los antiquarks –que no son partículas sino energía en forma de onda-. Con ellos se formaron más de cien partículas subatómicas –neutrinos, muones, hadrones, mesones, bosones, neutrones, protones- que fueron formando un núcleo. Y con los electrones por fuera del mismo, se completa la idea de átomo. De ahí en más, todo es cuestión de uniones químicas que formarán las diferentes estructuras cristalinas, metálicas, moleculares.

El avance de la Física teórica descubrió, que de modo permanente, un quarks se hace antiquarks, todo el tiempo –tiempo humano-. Y a la vez, el antiquarks se hace quarks. Traducido a algo más conocido podríamos decir que la masa se hace energía y la energía se hace masa. Permanentemente. Materializamos y desmaterializamos nuestras partículas nucleares constantemente. Einstein fue quien encontró la relación matemática de la masa que se transforma en energía en su famosa ecuación: 

E = m.c2  (donde c es la velocidad de la luz -300.000 km/seg- el mayor valor conocido hasta ahora)

Él fue un físico teórico, pero otros pusieron en  marcha experimentos hasta lograr que una pequeña masa de algún elemento radiactivo (plutonio, por ej.), se transforme en una terrible cantidad de energía. Energía que en pésimo uso constituyó las bombas atómicas y todo el armamento nuclear, pero que en un uso pacífico forma parte de los reactores nucleares que generan la electricidad para las ciudades, o de los aparatos de diagnóstico y tratamiento que usa la medicina nuclear, entre otras cosas.

El punto es que las partículas logren vibrar en una onda cuya frecuencia sea muy alta. A esa velocidad, en esa frecuencia de vibración la materia. se hace onda.

Lo que la ciencia experimental sigue buscando es lograr lo inverso: que la energía se materialice. La misma ecuación pero para el otro lado. Un famoso experimento  del año 2008 –la máquina de dios-, logró colisionar un haz de luz acelerado hasta obtener partículas. De hecho, la luz está formada por pequeñísimas partículas llamadas fotones que se mueven con movimiento ondulatorio (como los electrones, dualidad onda-partícula diría De Broglie en 1924). Todo, entonces, está formado por materia en movimiento ondulatorio. La frecuencia de la onda determina si es materia o energía.

La ciencia se va acercando a conocimientos muy antiguos, pero de un modo muy lento.

Nuestros pensamientos, nuestras emociones son energía, son ondas electromagnéticas, como las de la luz, los rayos X o los sonidos. El espectro electromagnético va desde las radiaciones no vistas, pasando por las que el humano detecta con sus ojos, siguiendo por las que puede escuchar con sus oídos –onda corta, onda larga-. Y nosotros sí podemos materializar nuestros pensamientos. Somos esas biomeléculas, esos átomos, esos protones, esos bosones, esos quarks y antiquarks. Somos materia y antimateria.

Materializar es visualizar. Pensar lo que deseamos, verlo como si estuviera aquí delante nuestro. Sentirlo, desde la emoción. Y lo hacemos todo el tiempo pero sin saberlo. El miedo nos hace imaginar cosas de un modo muy real –ataques de pánico que le dicen- y todo nuestro organismo reacciona como si eso estuviera allí. Lo vemos con la mente.

¿Por qué entonces, no tomar conciencia de nuestro poder y visualizar lo que sí queremos que nos pase? Creer que podemos crear. Con esa energía fuerte que tenemos cuando realmente queremos algo.

Y como todo lo que nos constituye es materia y energía a la vez, lo que nos rodea, también. Las personas y los objetos, todo está hecho de lo mismo que nosotros. Todo es materia con movimiento ondulatorio. Todo salió de la misma explosión. Todo estaba en un punto inicial. Y, las ecuaciones matemáticas parecen decir, que todo lo que salió de esa explosión quedó unido, en una gran red, una malla, unas cuerdas (¿teoría de cuerdas?) que reúne toda la masa y la energía. Estamos unidos, a nosotros y nuestros pensamientos, a nuestros seres de alrededor, a las cosas que nos rodean –naturales y artificiales-. Como un infinito tablero de ajedrez, donde al mover una pieza se mueven otras, se reorganizan, se acomodan.

Todo es creación. Todo es masa y energía. Todo aparece y desaparece, permanentemente, en un tiempo y un espacio único.

Aprender a movernos en la frecuencia adecuada es lo que nos hace sanos y felices o enfermos y fastidiosos con la vida misma. Depende de nosotros, de nuestra energía vibracional.  El libre albedrío también es nuestro, elegimos la queja (vibratos bajos) o la felicidad (vibraciones de alta frecuencia, de alta energía -porque la frecuencia de la onda es directamente proporcional a la energía que transporta:

 E = h. f donde h es la constante de Planck y f la frecuencia de la vibración-).

Y para poder vibrar en la frecuencia adecuada, necesitamos calmar la mente. Respirar profundo y a nuestro ritmo cardíaco. Meditar. En esos estados de meditación se logra la frecuencia elevada y se puede transmutar, desmaterializar, desaparecer. 
Pero como estamos malacostumbrados a decir que para creer hay que ver con los propios ojos, y aunque haya algunas filmaciones, las personas que lo logran son siempre agredidas por la sociedad, entonces no lo muestran. Las antiguas civilizaciones parece que sabían mucho de esto, pero nosotros no lo podremos comprobar hasta que no nos pase en cuerpo propio. En esos estados elevados, volvemos a la fuente, al punto inicial, a la calma, a la paz, a la perfección.

Pero, si toda la masa y la energía del Universo estaba concentrada en un punto, tan minúsculo que es inmaterial y que estaba en absoluto reposo, equilibrio, perfección… ¿por qué explotó? Esa respuesta no la tengo… todavía.

PD: Recomiendo ver la peli "Y tu qué rayos sabes?".