“…Fue por tenerte regalada
el creer que no vales nada…”
Bersuit Vergarabat
La Argentina es uno de los países más ricos en cuanto a recursos naturales se refiere. El continuo avance tecnológico, la industrialización y la urbanización en la que el planeta se vio envuelto en el último siglo han provocado un alto impacto negativo a niveles catastróficos para nuestro ambiente. En nuestro territorio esto se ve reflejado mayormente en el norte con las grandes deforestaciones que se realizaron para diversos usos, pero no quedó exento de los problemas el resto del país.
El agua es el recurso natural más abundante del mundo, pero irónicamente es el que más limitaciones tiene para su utilización como tal, debido a que solamente el 3% del agua del planeta es dulce. El 1% se encuentra accesible para la población pero un tercio de ésta se encuentra potable, es decir, no contaminada y puede ser consumida por el hombre. El problema no termina acá, el agua no se encuentra igualmente distribuida en las distintas regiones del planeta.
En los años que se avecinan va a ser uno de los elementos más codiciados por todos. Mientras que en nuestro país abunda, en otros es escasa y sobreprotegida.
¿Qué importancia le damos nosotros? ¿Realmente la cuidamos al contaminarla y derrocharla como hacemos actualmente? ¿Explotamos nuestro potencial hidroeléctrico y pesquero al máximo?
En la Argentina las centrales hidroeléctricas son poco tenidas en cuenta en cuanto a su desarrollo. Aunque gran parte de la energía producida del país proviene de estas fuentes, su desarrollo podría ser mucho mayor si se invirtiera en ellas. Son muchas las ventajas que las represas hidroeléctricas poseen. Las más importantes son: que su energía proviene de un elemento renovable, limpia, los costos son bajos y la maquinaria es sencilla. Pero también tiene algunas limitaciones: la disponibilidad de energía puede bajar en las estaciones por el cambio de caudal del agua y tienden a afectar la actividad pesquera (actividad de gran importancia en la costa atlántica, el Río Paraná y otros) debido a que el agua que sale de estas centrales contiene temperaturas superiores a las que debería, afectando la reproducción de los peces. Pero lamentablemente este no es el único problema que deben afrontar, ya que la negligencia de algunas industrias que derraman sus desperdicios a los ríos contaminándolos, limitan la pesca y el aprovechamiento del agua como recurso.
¿Si diéramos el empujón inicial a las centrales de energía mareomotriz encontraríamos una mejor forma de beneficiarnos con el agua? Toda la costa argentina tiene las condiciones propicias para desarrollar este tipo de energía alternativa, la cual es mucho más efectiva que la hidroeléctrica ya que no sufre la falta de agua y no presenta un riesgo mayor para la naturaleza.
En la actualidad el recurso más aprovechado y beneficioso desde el punto de vista económico es la explotación de los suelos, tanto para la ganadería, la agricultura y la obtención de madera.
En el caso de la ganadería nuestro país posee grandes ventajas para el criado de los ganados. A diferencia de otros países, pueden ser criados y engordados a campo abierto, y en épocas de sequía son llevados a zonas de invernadero o de engorde. Nuestro territorio es apto para el criado de muchas y diversas especies de ganado: vacuno, ovino, porcino, equino y caprino, entre otros.
Además de la ganadería, también se utiliza el suelo para la agricultura. En estos dos ámbitos se basa desde hace mucho tiempo la economía de nuestro país. 200 millones de hectáreas están destinadas a explotaciones agropecuarias, y la variedad de condiciones ambientales permiten el cultivo de diversas especies. ¿Con estas condiciones cómo puede haber hambre dentro de nuestro país?
Una gran parte de la producción agrícola se destina a la exportación, lo que mantiene la actividad de nuestra economía, actividad que sólo beneficia al sector empresarial ¿No hay acaso capacidad en el ámbito rural como para emplear mano de obra que ahora se encuentra desocupada?
¿Es acaso una efímera utopía pensar en la cancelación de la tala que lleva a la inminente desaparición de los bosques?
La ambición del sector agrícola junto con algunas empresas y la constante explosión demográfica llevaron a la pérdida de miles de hectáreas de bosques y selvas que fueron reemplazadas por plantaciones, principalmente de soja. Estas plantaciones se realizan en lugares inapropiados causando daños tales como la pérdida de nutrientes del suelo y la erosión que deriva en inundaciones.
La Argentina sufrió ya este problema. Los desmontes en la parte media de Tartagal generaron, al aumentar las lluvias, una erosión retrocederte. Los bosques nativos funcionaban como esponjas y paraguas protectores del suelo; al no estar éstos, el suelo quedó expuesto a lluvias que arrastraron el sedimento.
No vale la pena sacrificar los bosques por pocas monedas. No tenemos ningún beneficio en el país. Nos estamos quedando sin bosques y no obtenemos nada a cambio. “¡Qué buen negocio!”
Pero aún tenemos uno mejor, como la extracción de minerales metalíferos, los cuales, para ser utilizados, deben pasar por un proceso de fundición en el que los residuos son dejados a la intemperie provocando la contaminación de los suelos.
Aunque la extracción de oro y plata, que tuvo su auge en la década del ’80, era muy bien remunerada, al adentrarnos en la década del ’90 de la mano de un gobierno mediocre y neoliberal, los yacimientos fueron concedidos a empresas internacionales, principalmente inglesas. Lo mismo ha sucedido con otros metales como el hierro y el cobre que tienen infinidad de usos, llegando incluso a que se produzcan extracciones en nuestro territorio, ser explotados por las empresas y terminar importando estos mismos materiales. Pagamos un precio innecesario por algo que es nuestro. Esta situación se repite con los minerales no metalíferos, como por ejemplo el carbón y el petróleo.
Nuestro país cuenta con numerosas cuencas sedimentarias, pero sólo cuatro de ellas proporcionan hidrocarburos rentables. La mayor parte de los yacimientos se encuentran en el sur argentino y las principales destilerías se encuentran en la zona central (Mendoza, Bs. As., Santa Fe).
La industria del petróleo en el país pertenece al extranjero desde sus comienzos. En la década del ’20, durante la presidencia de Yrigoyen, existió una competencia entre YPF (estatal) y las empresas privadas Standard Oil y Shell, pero hoy en día esa competencia no existe, debido a que YPF fue privatizada. De esta manera la mayor parte de las ganancias termina en el exterior.
Cuando el estado tiene las herramientas para abastecerse en cuanto a gas natural derivado del petróleo, recurre a la compra de este recurso a países limítrofes como Bolivia.
Son muchas las contraindicaciones que tiene la utilización del petróleo como recurso energético. Ya su extracción en sí contamina el entorno, y si a eso se le suma la contaminación que produce la combustión, no encontramos ante el mayor asesino del planeta. La contaminación del aire por la emanación de CO2 es la más expansiva. Aunque un ciudadano norteamericano añada 5 toneladas de CO2 al año al aire (vale la pena aclarar que son los mayores contaminantes del mundo), y un hindú, solamente 0,2 toneladas, el efecto contaminante se sufre en todas partes por igual.
Como consecuencia de la presencia de estos gases en el aire se producen el efecto invernadero y la lluvia ácida.
Los hidrocarburos son utilizados también para la fabricación de elementos plásticos, los cuales no se degradan, por lo que también contaminan.
¿Qué opciones tenemos para evitar esto?
La opciones son muchas.
El primer paso para evitar la utilización de hidrocarburos como medio energético es suplantarlos por biocombustibles. Este es un tipo de energía renovable que se obtiene a través del sobrante de la cosecha de soja. Lo que hay que evitar son los intereses económicos (como siempre ocurre en este país) que desvíen de la verdadera finalidad a esta alternativa y se produzca una crisis alimenticia mayor a la actual. Además, si se le suma el poco control que tiene el gobierno sobre los bosques y selvas, estaríamos hablando de una deforestación mucho mayor a la ya producida.
Otras alternativas posibles son la utilización de la energía solar y la eólica. Si bien pueden considerarse como las energías más limpias e ilimitadas, no están muy desarrolladas y su implementación es muy costosa, lo que limita su producción.
En Argentina estos tipos de energía no son ni siquiera tenidos en cuenta, simplemente se utiliza la energía eólica en algunas instalaciones rurales.
Sabiendo el potencial en energía eólica que posee la patagonia, ¿por qué no se aprovecha? Es evidente que en el medio hay intereses económicos.
Otra opción es la energía nuclear, implementada en Argentina. A simple vista es una energía limpia, ya que su única emanación es vapor de agua, pero los desechos son altamente contaminantes y radiactivos.
En el país existen dos centrales nucleares en funcionamiento, y una, obsoleta, en construcción.
En fin ¿Cómo es posible que un país con tantos recursos que no necesitaría depender de nadie esté tan desprovisto de riquezas?
Es fácil ver, si abrimos la cabeza y no nos dejamos manipular por la burocracia, que el problema principal es la gente que nos maneja. Presidentes que privatizan y nos dejan sin nada; gobernantes que no se interesan por la educación, creando una sociedad ignorante que no se da cuenta de las atrocidades que se cometen en pos de viles intereses económicos.
El problema no es la cantidad ni calidad de los recursos, sino el manejo que les damos a éstos.
Las alternativas están al alcance de la mano. Sólo hace falta la determinación para enfrentar a aquellos que hacen negocios a expensas de lo que nos pertenece a todos.
Alumnos: Nehuen Herrero, Maxi Cepeda, Ángel Romero y Nico Castelli de 3º4º TM.
EEM Nº 14 Quilmes (Ex Colegio Nacional de Quilmes)